Si en el marco de una encuesta mundial, los ciudadanos tuviesen que elegir su mueble preferido dentro de los muchos que habitan su “hogar dulce hogar”, sin duda alguna muchos se inclinarían por la cama. Y no solamente por ser un armazón compuesto por un elástico de hierro o madera, con una cabecera y un colchón cómodo, que sirve para conciliar el sueño. Sino que, mas allá de eso, este “invento milenario” fue adquiriendo en cada región y en cada época una multiplicidad de formas, características y funciones que le dan su verdadera importancia.
En sus comienzos, allá por los años XVI y XI a.C, en las ciudades de Persia, Egipto y Babilonia, estos receptáculos tenían un rebuscado pie decorado con tallas, dorados e incrustaciones. No poseían cabecera, excepto un apoyo. A finales del Siglo I después de Cristo, se extendieron en Europa versiones más sencillas de camas. Pero de todas maneras, el “lecho” era un lujo de las clases sociales más altas. En las mansiones y castillos de los nobles las camas estaban en las salas y se usaban como divanes durante el día. Para lograr una habitación dentro de otra, protegida de insectos y corrientes de aire, se implementaron los doseles, con pesadas cortinas laterales, y de acuerdo a la ornamentación, la riqueza del bordado y las piedras preciosas de estos cortinados, indicaban la posición social de los dueños. Hacia el S. XV entre la realeza, las camas alcanzaron proporciones enormes. Más adelante fueron haciéndose de telas más livianas y con mayor sencillez.
La gente “común” comenzó a usarlas, pero fueron del tipo de camas-armarios cerradas con puertas, costumbre que perduró en las familias humildes hasta avanzado el siglo XIX. Y los más pobres usaban jergones en el suelo.
En el S. XVIII se usaron distintos tipos de maderas para la fabricación de camas para los nobles: nogal, caoba, roble, finamente talladas. Luis XIV por ejemplo, poseía 413 camas de todas variedades!!. Los franceses introdujeron hacia fines de este mismo siglo, los armazones de hierro. Las camas se comenzaron a hacer en serie y se fueron popularizando.
Hacia 1930, el diván, es decir, la cama actual, sin doseles y cortinajes, rápidamente se popularizó, y se fabricó en series y en distintos materiales y modelos, imperando la comodidad, sencillez y sobriedad de los diseños. Y se utilizan también las camas sobrepuestas o marineras, para ahorrar espacio.
En cuanto a esa especie de bolsa rectangular llamado colchón o “futón”, también varió con el tiempo ya que en diferentes momentos fue relleno de lana, pluma, cerda, o con resortes, muelles, de aire, de agua, de goma-espuma, etc. cerrado por todos lados, y de tamaño proporcionado para dormir sobre él.
Por último no podemos dejar de lado las variadas funciones que fue adquiriendo más allá del clásico “reposo”. En la actualidad se observa que:
- Todos podemos pasar por las tres etapas biológicas en una cama. Podemos nacer, reproducir y hasta morir en una cama.
- En una cama practicamos el ocio, nos divertimos e innovamos, ya sea solos o en pareja
- Expresamos todas nuestra emociones con mas naturalidad, sobretodo el llanto
- También la usamos como excusa. Acaso quien no dijo alguna vez “estoy en cama, no puedo ir”. O con mezcla de orgullo, placer, y asombro “ ¡¡Me dejó de cama!!”
- Puede ser un marco de unión y reconciliación como de ruptura y venganza en las parejas
- Pero lo mejor es que en la cama nos atrevemos a soñar y crear y a madurar nuestras mejores ideas. Estamos inconscientemente quizás formándonos como personas.
Por todo esto la cama, por su historia, y por sus “historias” no es sólo un simple “mueblecito” más. Fiel testigo de nuestras más crueles y ocultas verdades... que ocurriría si pudiera hablar?
4 comentarios:
Genial, lleno de verdades!
Con el frío de estos dias la cama es el lugar preferido de mi casa.
Muy bueno!! un saludo
nosé que pasaria si la cama hablara pero mi almohada debe estar cansada de tanta baba jajajjaa
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