Los extranjeros pertenecientes a comunidades residentes en la ciudad tuvieron su momento de reencuentro con su tierra, ya sea a través de los sabores, con las comidas típicas que se vendían en cada stand de cada colectividad; ya sea a través de lo sonoro y lo visual, con la música y danza de los grupos de baile.
El final del show con todos los bailarines de cada comunidad arriba del escenario y el aplauso de los espectadores fue un resumen perfecto de lo que se vivió durante toda la tarde: un armonioso clima de tolerancia y aceptación ante tanta heterogeneidad y diversidad cultural. Algo que debería reinar siempre, pero que lamentablemente aún sigue siendo una cuenta pendiente en el mundo entero.
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