La noticia del inminente arribo del máximo exponente de la denominada Nueva Trova Cubana, por primera y –posiblemente- única vez en
Tras 19 largas horas de viaje vía terrestre, el cielo gris y amenazante que acompañaba al mediodía asunceño no parecía ser el apropiado para un recital al aire libre. Para más, el frío se hacía sentir con autoridad, lo que según comentarios de un taxista, suele amedrentar al ciudadano paraguayo, por lo general no acostumbrado a tan bajas temperaturas.
La apertura del lugar del concierto gratuito, en la fachada litoral del Palacio de Gobierno –a orillas del río Paraguay y a pocas cuadras del centro de Asunción- estaba prevista para las 15:00. Sin embargo, cercano a esa hora, las calles se mostraban desiertas y oscuras, y poco más tarde, mojadas, producto de una fuerte lluvia con tintes de diluvio. Este contexto obligó a retrasar casi una hora la apertura, y a dilatar la ansiedad de un grupo de seguidores, que sin embargo se entretenía cantando las canciones de su ídolo debajo de un árbol.
Algo comenzó a notarse ya en el ingreso al predio: la desorganización que acompañaba al evento. Durante el día se había anunciado la -incomprensible- prohibición de entrar con filmadoras, y cámaras de fotos como así también equipos de mate y tereré. Por fortuna para el público, la mayoría del personal de seguridad fue bastante permisivo, tal vez dadas las malas condiciones climáticas.
Pero la situación que dejó en total evidencia la falta de planificación para montar un buen espectáculo ocurrió a media hora del comienzo del show. Un grupo de fanáticos logró filtrarse por entre medio de dos vallas hacia el interior del perímetro, acción que luego imitaron otros tantos. Resultaba hasta cómico observar al personal de seguridad absolutamente estático y desorientado sin saber qué hacer, ante gente que sin temor alguno trepaba desde varios costados, sin más obstáculo que el metro y medio de altura de esas barreras de hierro oxidado.
Cuando finalmente se decidió impedir la maniobra, ya había más de cien personas en el sector privilegiado. Sin embargo, esa travesura popular no generó ningún problema sino que muy por el contrario terminó siendo funcional a una buena causa. Es que dentro de los invitados al concierto se encontraban familiares de los 364 fallecidos del incendio del supermercado Ycuá Bolaños de Asunción -tragedia ocurrida un 1º de agosto de hace cinco años atrás- y muchos de los “recién llegados” accedieron a portar los carteles con las fotos de las víctimas que esta gente traía para homenajearlas elevándolas al canto de la trova.
Pasados diez minutos de las 17 hs. arribó hasta el lugar la comitiva presidencial encabezada por el primer mandatario Fernando Lugo. Más allá de la estricta seguridad que lo rodeaba, la situación ocurrida minutos antes provocó un hecho curioso que en muchos países difícilmente ocurra: ver a un presidente tan cerca del pueblo (al menos físicamente), sin campaña electoral mediante.
El mandatario paraguayo disfrutando del concierto. ¡Epa! ¡No me mires así! ¡Es sólo una foto!
Un "flechazo" al corazón
El primero en subir al escenario fue el intérprete paraguayo Ricardo Flecha, quien se paró frente a un atril con una remera extendida que rezaba “las puertas están cerradas”, en clara alusión a la tragedia civil más grande sucedida en el país.
Quienes no lo conocían hasta ese entonces descubrieron en Flecha una dulce voz que empezó a teñir de emoción el frío y ya oscuro día. Sus temas como “Coraje”, en recordatorio a las víctimas del Ycuá Bolaños, y “Gracias a la vida”, arrancaron más de una lágrima y por un momento se generó la sensación de que aquellas almas invisibles parecían sobrevolar el lugar y acariciar en forma de viento fresco las mejillas de los presentes.
Te doy una canción!
El reloj marcaba las 18:05 cuando Silvio Rodríguez y sus músicos pisaron el escenario entre aplausos y gritos eufóricos. “En el claro de la luna”, marcó el inicio de un recorrido por su exitosa carrera artística.
El repertorio continuó con “Sueños con serpientes”, “Quien fuera”, “Oleo de una mujer con sombrero” y “Gaviota”, para el deleite de un público que intercambiaba tarareos con pedidos de temas, aplausos y gritos como “¡Cuba, Cuba, Cuba, el pueblo te saluda!”. La heterogeneidad de los presentes se hacía evidente a un simple golpe de vista. Hombres y mujeres de distintas edades, orígenes y clases sociales se entremezclaban en este encuentro con la poesía latinoamericana.
Luego de que el trovador dedicara “El dulce abismo” a cinco cubanos presos en cárceles estadounidenses,
con el tema “Mariposas” se inició implícitamente el primer recordatorio a las víctimas del incendio. Como había sucedido con Flecha, con las fotos elevadas al cielo, un silencio reflexivo y nostálgico cubrió por completo los jardines del Palacio, mientras la poesía de Silvio y el clarinete de la brillante Niurka González, invitaba a volar imaginariamente al compás de su melodía.
Al final de este viaje…
Y no pudo faltar el homenaje prometido a las “cuatrocientas almas”, tal como llamó el trovador a las víctimas del Ycuá Bolaños, con “Unicornio”. Fue cuando retornó el silencio, el tímido acompañamiento de su letra casi como un rezo, las fotos de aquellos rostros inocentes en lo alto, la reflexión, el recuerdo, la nostalgia, la sed de justicia, la emoción…
Pese a que era “su” concierto, el cantautor prefirió que el trovador paraguayo Alberto Rodas pusiera fin al encuentro con el pueblo asunceño con “¿Dónde están?", en homenaje a los 400 desaparecidos durante la dictadura del general Alfredo Stroessner (1954-89).
Pero no fue un adiós definitivo. Cuando el presidente Lugo se retiró del lugar, las vallas se abrieron y la gente que no había podido ver al artista de cerca se acercó a pedir un “bis”. El pedido se volvió generalizado y pareció convencer a Rodríguez, quien regresó para entonar “Angel para un final”.
Pero no fue un adiós definitivo. Cuando el presidente Lugo se retiró del lugar, las vallas se abrieron y la gente que no había podido ver al artista de cerca se acercó a pedir un “bis”. El pedido se volvió generalizado y pareció convencer a Rodríguez, quien regresó para entonar “Angel para un final”.
Camino a la salida del predio, las caras de los asistentes hablaban por sí mismas. Había terminado una jornada a pura agua. Las de las gotas de lluvia; las de las lágrimas que emergieron de muchos ojos. Y aunque el frío haya hecho tiritar a más de uno, la profundidad de la poesía hecha trova de Silvio Rodríguez bastó para aportar una calidez que llegó hasta el corazón, mas allá de cualquier inclinación política.
7 comentarios:
bueniiismo dani!! me encanta silvio rodriguez!
QUe tal Dany! como va!...
Un pedido asi medio caradura luego... Subi el audio del concierto si podes. Gracias!
Un abrazo desde Asunción!
Hola Emilio! ahí puse un enlace debajo de la foto final. Un abrazo desde Buenos Aires.
dany! que grande siempre leo tu blog, estuviste con silvio!!! te mando un beso. Rosario
Daniel, felicitaciones por la cobertura, realmente muy buena cronica. Los que estuvimos alli realmente lo hemos disfrutado mucho...Me tome el atrevimiento de colocar un enlace a tu nota desde mi blog. Te dejo un abrazo...y una porcion de sopa paraguaya! Pura Vida...
Hola Daniel, gracias por registrar este momento para el recuerdo. Subi tu cronica a mi facebook para compartirla, asi mentenemos ese momento memorable en nuestros corazones. Un abrazo guarani
Hola Ricardo, muchísimas gracias por tu comentario. Es un honor y una alegría para mí que un artista tan importante del Paraguay y Latinoamérica me escriba, se haya enterado de mi crónica y la comparta. Tú lo has dicho, ese día será imborrable para todos los que estuvimos presentes. La emoción venció al frío y a la lluvia. Aprovecho para pedirte que me informes de tus presentaciones ya que viajo seguido a mi segundo hogar que es Asunción. Te mando un abrazo grande y mis felicitaciones por esa hermosa voz que enorgullece a todo el pueblo latinoamericano.
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