09 julio 2007

Entrevista: “La reforma en la salud no es una cuestión de recursos o capacidad, sino de voluntad”

Federico Tobar es consultor Internacional en Políticas Sanitarias y especialista en Economía de la materia. Fue jefe de Gabinete del Ministerio de Salud de la Nación durante el 2002, donde impulsó los programas de Emergencia Sanitaria y Remediar. Desde su experiencia, el coautor del libro “La salud de los argentinos”, analiza la realidad del sistema sanitario nacional, elogia los alcances de sus programas y critica la pasividad del gobierno actual.

- Aceptó ser funcionario del Gobierno de Eduardo Duhalde en el contexto de un país en crisis. ¿Que lo llevó a tomar esa decisión?
- Con el actual ministro de Salud (Ginés González García) ya veníamos investigando sobre reformas en el sector, así que cuando recibí su llamado para armar el plan de emergencia, era la oportunidad de poder aplicarlas. Y no me equivoqué, porque en seis meses Salud rebrotó, al mejorar la atención primaria y la distribución gratuita de medicamentos con el plan Remediar. Creo que de la historia de las políticas de salud en Argentina, fue la que tuvo más impacto inmediato.
- ¿Cuáles fueron los cambios entre ese momento y el actual?
- Se pasó de un Gobierno donde había participación y consenso entre todos los sectores de la sociedad, a otro que cerró cualquier vía de diálogo y que por cuestiones políticas no realizó las reformas estructurales en salud que se esperaba.
- ¿Cuáles serían esas reformas?
- Una de ellas sería abandonar el modelo hospitalo-céntrico - donde el centro es el hospital – y darle más espacio a la atención primaria de la salud, que es donde se debe hacer la prevención. Buenos Aires es la ciudad del mundo con mayor estructura hospitalaria - 33 hospitales - pero cuenta con sólo 30 centros de atención primaria (CAP). San Pablo, que es cuatro veces Buenos Aires tiene 800 CAP y 16 hospitales. Otras reformas serían que las obras sociales financien la cobertura de su afiliado en base a una cápita ajustada, proporcional a lo que cuesta darle su cobertura médica, y la creación de un seguro nacional que cubra a todos los argentinos en las enfermedades catastróficas, tengan o no cobertura. Estas dos últimas medidas lograrían una mayor competitividad entre las obras sociales y prepagas y éstas se ocuparían también de proveer salud además de facturar.
-¿Cómo está el tema del presupuesto del Estado en Salud?
-El presupuesto nacional destinado aumentó mucho. Lo que no me animaría a decir es que mejoró la forma de asignar, que se gaste mejor. Si hay algo que no entiendo del Gobierno es que seguimos pidiendo préstamos en el exterior cuando en el Ministerio hay recursos suficientes para hacer todo lo que hace falta.
-Según estadísticas de asociaciones civiles médicas, la mayor cantidad de consultas médicas en la ciudad de Buenos Aires es de gente que no vive en la zona. ¿Hay alguna solución posible para este problema?
-Es más difícil de resolver, porque hay dos flujos, uno de provincia y otro del extranjero, hacia una ciudad que tiene una hipertrofia hospitalaria impresionante. Una solución sería desconcentrar la atención, con un mapa sanitario en el que se defina dónde se debe abrir. Pero para eso se requiere pactos entre el Ministerio de Salud y las provincias, a través del COFESA (Consejo Federal de Salud).
- ¿Cómo se explica que, según la OMS (Organización Mundial de la Salud), Argentina sea uno de los países que más invierte en salud pero en cuanto a eficacia sanitaria está por debajo de países como Perú o Paraguay?
- Argentina tiene con un sistema relativamente bueno, porque tiene bastante cobertura, muy buenos profesionales de salud, buenos medicamentos y muy buena tecnología para diagnóstico, pero ha tenido ineficiencias desde el punto de vista de las políticas de salud, organización y financiamiento. Al estar casi dos décadas sin políticas de salud, se está mejor, pero en cuanto a las tasas de morbilidad y de mortalidad no está arriba del resto de los países del continente como hace cuarenta años.
-¿Cuál es la proyección de la situación sanitaria de acá a diez o quince años?
-Yo veo tres escenarios. El primero es un modelo pasivo, sin reformas estructurales y segmentado. Una salud pública pobre que va a cubrir a los que no tienen nada y un segmento poderoso que va a comprar sus prestaciones en un mercado privado, cada vez más caro. En el medio de esas dos franjas, 80 mil crisis: un PMO irracional, obras sociales pobres que tercerizan y aumentan sus costos de transacción y obras sociales que funcionan bien, pero que se funden con cinco casos que no pueda cubrir.
El segundo escenario es el europeo: un sector público más racionalizado y en la medida en que eso pase ya se pone un piso de calidad que las obras sociales y las prepagas tienen que dar. El problema es que si no hay un compromiso de equidad y distribución entre el COFESA (Consejo Federal de Salud) y el MSN, sólo se cumpliría en las grandes ciudades.
El tercero es el ideal: el modelo regulado, es decir, una oferta pública bien organizada y con puentes entre lo público, la seguridad social y lo privado y un Ministerio de Salud con un rol rector que diga cómo se tiene que tratar cada enfermedad y hacerlo desde el sector público.
-¿No lo considera una utopía?
-Garantizo que no lo es, aunque requiere mucha voluntad política porque es un cambio estructural hacia todos los sectores. Si no se hace no es por incapacidad técnica o porque no se sepa lo que hay que hacer.

04 julio 2007

Entre anuncios efectistas y esperanzas renovadas

El claro triunfo opositor sobre el oficialismo, por un lado del líder del Pro, Mauricio Macri, sobre el ministro de Educación, Daniel Filmus, en el ballotage por la jefatura del Gobierno porteño, y por otro, de la diputada del ARI, Fabiana Ríos, sobre el actual gobernador Hugo Cóccaro, en el ballotage por la jefatura de la provincia de Tierra del Fuego, ambos el pasado 24 de junio, terminó por definir la postulación de la senadora Cristina Fernández de Kirchner, como candidata presidencial de Frente para la Victoria. Con esta decisión, el presidente Néstor Kirchner, buscará seguir adelante con el proyecto de continuidad en el poder, dejando la puerta abierta a un tercer mandato K para el 2011. En tanto, el frente opositor alimenta sus esperanzas a un posible ballotage en octubre.
No son pocas las razones por la que el presidente dejó de lado la reelección, a pesar de que según la escuela peronista, “el poder no se entrega ni delega”. La primera era, quizás, mas palpable: si bien las encuestas oficiales lo dan por encima de Cristina en intención de voto, su imagen positiva, con el caso las sospechas de corrupción del caso Skanska, la crisis energética y la inflación en cada comienzo de mes, iba en franco descenso. La segunda, no tan esperada, fue la espalda que le dieron los electorados porteños y fueguinos. Estas dos derrotas se suman a la del ex gobernador Carlos Rovira en Misiones a fin del año pasado, a manos del obispo Joaquín Piña.
Ese repunte opositor, recuperando un espacio político y tal vez una mística que parecía perdida, mereció una rápida contraofensiva oficial. Y la carta utilizada fue la candidatura presidencial de la primera dama, que se oficializará el próximo 19 de julio (con la idea de la “concertación plural”, se habla de un radical K, el mendocino Julio Cobos, como vice). Con Cristina, el Gobierno buscará eclipsar ese cambio profundo anticipado por Macri y a su vez darle un poco de oxígeno al proyecto. Pero así como se supone que la senadora intentará mejorar aspectos de la gestión actual como las relaciones internacionales, también se cree que marcará con sus convicciones e identidad el poder ganado con sus propios votos.
Ante el anuncio oficialista, la oposición creció en optimismo. Es que una Cristina Kirchner con menos porcentaje de intención de votos que su esposo, dio lugar a ilusionarse con la llegada a un ballotage. Pero los distintos componentes de oposición tiene estrategias dispares. El ex ministro Ricardo López Murphy, aún sin el apoyo expreso de Mauricio Macri, busca el consenso entre las fuerzas opositoras, como único camino para la derrota oficial. Pero tanto la ex diputada Elisa Carrió como el ex ministro Roberto Lavagna, aún evitan hablar sobre el tema. La realidad indica que será tan difícil lograr el triunfo de cada uno por sus propios medios, como la idea de consensuar candidaturas entre fuerzas con poca capacidad de imposición y por otro lado con intereses y expectativas personales tan amplias como la de los distintos dirigentes que las integran.
Queda en duda el posible retorno del Néstor Kirchner para las elecciones de 2011. El lo niega, aunque para ese caso tendrá dos alternativas: la reelección de Cristina o un candidato de su ambiente. De todas maneras habrá que ver también si para aquella fecha la oposición no es bastante más que el impulso actual que le dieron Macri y Ríos.

El periodismo en la era de la “tinellización crónica”

Como ocurrió con el caso María Soledad Morales y María Marta García Belsunce, la resolución de crímenes donde se presupone la participación política, vuelve en el caso Nora Dalmasso a mostrar una justicia ineficaz y lenta. En ese contexto, la mirada carnívora de los medios, crea su propia versión de la realidad midiéndola en puntos de rating, sin importar cuánto morbo abunde y cuanta ética y respeto por la vida privada escaseen.
El proceso judicial para esclarecer el crimen de Dalmasso en estos siete meses se ha caracterizado por el permanente cambio de ejes de la investigación, la debilidad de las pruebas y la interpretación dudosa de esas pruebas. Esta falta de información, y exceso de conjeturas han cooperado con la audacia inescrupulosa de los multimedios (se incluyen los blogs), que a lo largo de la investigación han ido saltando de los amantes múltiples y el juego sexual (o “hipoxifilia”) de la víctima a la homosexualidad y el incesto de Facundo Macarrón, su hijo y uno de los imputados, sin aportar nada al esclarecimiento del caso.
La Constitución nacional, en su artículo 19 garantiza el derecho a la intimidad donde señala: “Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios...”. Y el Código Civil lo reglamenta.
Será cuestión entonces de un nuevo debate sobre el rol de los medios e intentar poner serios límites a ese desplazamiento operado hacia una tinellización amarillista para evitar, como importante factor de influencia, seguir aportando a la pérdida de valores esenciales de la sociedad.