La 11º edición del Festival de Cine Independiente de la Ciudad de Buenos Aires, BAFICI, ya ha superado los cien mil espectadores en los primeros días de exhibición. Todo un éxito para un festival, que comenzó el pasado miércoles 25 de marzo y se extenderá hasta el 5 de abril.
Como no podía ser de otra manera el Comunicador Digital se hizo presente el viernes pasado en una de la sedes, el Hoyts Abasto.
En busca del "otro" cine
Si bien las respuestas se iban a encontrar dentro de la sala de proyección, algunos indicios empezaron a aparecer en las boleterías: quienes se acercaron al Bafici poco se asemejaban a quienes lo hacen para la última de Brad Pitt o Francella. Gente de todas las edades, sí, pero más que nada cinéfilos, estudiantes y extranjeros.
De las propuestas en cartel, la elegida fue "Mami te amo", un poco por la curiosidad del título; otro por los comentarios (largometraje chileno multipremiado a nivel local).
Trailer Mami te Amo from No Definitivo on Vimeo.
El título es puramente irónico. El film, de la joven directora Elisa Eliash-la mayor esperanza del nuevo cine trasandino- narra la historia de una niña, Raquel (Eva Luna Isense), que sufre el desamor e indiferencia de su madre (Catalina Saavedra) y para evitar esa triste realidad decide internarse en un mundo de fantasía.
Su madre padece de una grave ceguera y ella debe encargarse de atenderla y de todos los quehaceres de la casa. Sin embargo, lejos de tomarle odio, Raquel busca ganarse su amor con métodos poco ortodoxos y efectivos (como ponerse detergente en los ojos para quedarse ciega como ella).
A su vez, la niña cuenta con otro consuelo para paliar su soledad: la complicidad de su amiga Viola, (Valentina Alegría, de una destacada actuación) , con quien pasa la mayor parte del día sentada en un puente sobre la autopista central. Allí se permite recrear un mundo ideal, "Fantasilandia", que la ayuda a alejarse de su duro presente. Los relatos llenos de imaginación de parte de ambas resultan sin dudas los pasajes más divertidos de la película.
Los diálogos no abundan e incluso hay largos pasajes sin sonido. Sin embargo, lejos de atentar contra la película, ayuda a retratar perfectamente -apoyado con acertados recursos técnicos y una buena fotografía- el sentimiento de Raquel. Eso sí, los 82 minutos de duración para ese objetivo resultan tal vez excesivos.
En el balance, pese a la carencia de giros argumentales y bajo presupuesto, el film cumple. Al menos así lo demostró una sala llena que lo despidió con aplausos. Aunque claro, la exigencia no será nunca la misma respecto del cine más comercial.
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