16 septiembre 2007

¿Había una vez un circo?

En la actualidad, el circo tradicional ya no es el que supo ser. Las nuevas tendencias, las prohibición del uso de animales y la falta de apoyo y menosprecio estatal fueron relegándolo de la ciudad y dejarlo en amplia desventaja frente al teatro.

Jorge Videla, referente con más de cien años de tradición familiar y creador de la primera escuela de circo criollo en el país y la segunda de América, detrás de Cuba, repasa la historia, valores, mitos y realidades de una manifestación cultural que lucha por subsistir, pero no sólo en los corazones.

Breve reseña familiar

“Somos, junto a mi hermano, la tercera generación de los Videla, una familia ligada al circo, que inició mi abuelo Simón allá por 1890 y ya va por la quinta”, cuenta orgulloso Jorge, 67 años, acróbata, malabarista, payaso, actor, bailarín, en fin, artista… y desde hace 27 años docente de su propia escuela.

Así como lo cuenta, un día, Simón Luis, con tan sólo trece años decide abandonar a su adinerada familia mendocina - Los Videla Correas Salinas- y escaparse con un circo criollo que pasaba por la ciudad. Se inciaba así una dinastía que ya va por la quinta generación. En 1940, su abuelo logró tener su propio circo , al que llamó "Circo hermanos Videla", porque trabajaba toda la familia, y donde nació Jorge.

El circo recorrió durante 25 años ciudades argentinas, Uruguay y Paraguay. Con la muerte de su padre, Jorge y su hermano Oscar decidieron venirse a Buenos Aires, donde rápidamente encontraron donde continuar su carrera: vinieron otros circos, la televisión y el teatro.


















Jorge Videla, a los diez años y Jorge (p), Jorge (h), y Oscar Videla

El circo de antes y el de ahora

En los últimos tiempos ha surgido a nivel mundial, un nuevo estilo de circo, basado en la destreza física de sus artistas y la ayuda de la tecnología y efectos visuales. Un ejemplo de este nueva tendencia es el canadiense Cirque du Soleil.
Varela rechaza ese término: “A lo largo de la historia siempre hubo un `nuevo circo´; lo fue el circo criollo, cuando en 1886 José Podestá incorporó el teatro hablado y nació el Teatro Nacional; lo fue el circo tradicional en los años treinta, con la llegada de los circos extranjeros como el Sarrasany y sus animales; lo fue el circo Thiany en los sesenta, cuando trajo el music hall; ocurrió lo mismo con el circo de Moscú y ahora ocurre con el Soleil”. “Las épocas cambiaron pero dudo si este circo tiene algo de nuevo, porque no es una empresa de circo genuina. Los artistas no son de circo sino gimnastas que llegaron por casting”, critica Jorge. Y agrega: "El verdadero circo nacional es el criollo que se dejó de hacer en los sesenta porque era caro mantener circo y teatro. En un momento junto al tradicional llegó a haber 200. Hoy se redujo a 60, pero no porque a la gente no le guste sino también porque a $3 la entrada es muy difícil subsistir".

La prohibición de animales

El 8 de octubre del año pasado, la Legislatura porteña aprobó la ley 1446, sancionada en 2004, que prohíbe los circos con animales. Esta ley fue impulsada por el ex diputado Carlos Almejeiras (partido de la Ciudad) a pedido de la Fundación Argentina para el bienestar Animal (FABA), presidida por Ivana de Redrado, esposa de Martín, presidente del Banco Central. Esta ONG había denunciado maltratos y abusos contra los animales. De esta manera la ciudad sigue a otros municipios con ordenanzas similares, como Avellaneda, Lanús, La Plata, Tandil, Rosario o Rafaela.
Jorge Videla nunca trabajó con animales, pero la considera una medida discriminatoria: “La gente habla con total ignorancia. En ninguna parte del mundo ha ocurrido algo así. ¿Cómo vas a maltratar a un animal que vale 60 mil dólares y da ganancias? Y si se muere un león se queda sin trabajo el domador. No digo que no hay gente que no maltrate. A ese hay que castigarlo. Nosotros mismos hemos dicho a domadores `Si no sabés enseñar dedicate a otra cosa, boludo´.”
En cuanto al cautiverio, Varela explica que “todas las razas están en extinción, pero porque venden sus pieles, sus colmillos e incluso la gente se comen hasta los elefantes". "¿Los quieren en su hábitat para que los extingan?”, se queja Jorge, y agrega: “El maltrato a los animales se ve en los dogos que matan a las criaturas, en los hipódromos con los caballos y en el uso de fertilizantes en la flora, donde muchos animales se alimentan de ella”.
También Jorge echa por tierra que se alimente a los leones con perros y gatos: “¡Con esos se tapan las caries de un colmillo! Tenés que matar a miles si así fuera para alimentar a pocos".
Y para terminar, hace una sugerencia: "Que al circo se lo reglamente, pero no que se lo prohíba. De esta manera se están poniendo contra de nuestra cultura."

El circo y los valores

Varela sostiene que el circo sea, grande, mediano o chico, está lleno de códigos y valores. “Es una comunidad que hay que proteger, preservar, porque trabaja toda la familia. El circo da la posibilidad de vivir cerca del trabajo, viajar y estar con tus seres queridos todo el día, en un momento como el actual, donde se disgrega la familia. Ese estilo de vida es el que el gobierno tendría que tener la obligación de preservar, no como un ejemplo, pero sí como un espejo.” Y sentencia: “El artista tampoco abandona a su padre en un geriátrico, sino que se lo lleva hasta que se muere al lado de él".
Jorge también tiene una mención para aquellos que desprecian a los circos más humildes: “No tendrán plata para comprar una carpa nueva, pero hay que protegerlos porque es ahí donde se hacen los artistas. Para los circos grandes los empresarios ya contratan artistas profesionales.

Las escuelas

Su experiencia lograda en la pista - con el circo familiar, el Rodas, entre otros - el escenario – en teatro de revistas en la calle Corrientes – y el estudio de TV – con El circo de Marrone - hizo que Jorge junto su hermano Oscar se entregara a la docencia. Así, obtuvo el título de profesores en Técnicas especiales en la Universidad del Salvador. Ha llegado a dar clases en distintas ciudades de España, Venezuela y Cuba. Pero su orgullo más grande es su escuela, creada en 1980 con mucho esfuerzo y sin apoyo político: “Yo no sé si formaremos grandes o bueno artistas, pero sí que formamos buena gente. Esta escuela se hizo famosa por mis alumnos, que trabajando por el mundo la representaron, como Martín, el hijo de Carlos Carella, uno de los grandes del Teatro Nacional, que trabajó en la Opera de París”. Y agrega con ojos que denotan emoción: “Yo para ellos soy el profe, el tío, el abuelo, el amigo, el compañero, el compinche”.
Con respecto a las demás escuelas, Varela cuenta que la mayoría de las otras escuelas son dirigidas por sus ex alumnos, y que mas allá de algunas diferencias (“lo que algunos de ellos hacen no es circo sino utilizar técnicas circenses”) son todos sus hijos: “Cada uno con su carácter, pero yo los amo a todos, porque quieren lo mío, mi profesión, lo que corre por mis venas”.

El circo y el teatro

“Siempre se le dio más importancia al teatro que al circo, pero no hay que olvidarse que el circo y el teatro fueron paridos por el mismo vientre, nada más que uno tomó el camino de la palabra y el otro el universal. El circo es una palabra tan noble que da y dio de comer a mucha gente, como Alberto Olmedo, Carlitos Balá y que actualmente se usa para lucrar, y no educar sobre lo bueno del circo. Mucha gente piensa que los del circo son gitanos que viven en carromatos y no es así”.

Jorge y Oscar, en Madrid, 2003

3 comentarios:

Anónimo dijo...

..."Termine de leer la nota y lo primero que pensé, fue...¿Quien la escribió?, y lejos de creer que el autor era el mismísimo Daniel Barrientos, creí que era algún buen representante del periodismo argentino con cierta ductilidad para la escritura.
Finalmente una cosa no esta lejos de la otra, porque sí!, quien firma al pié las historias provenientes de los devenires del circo criollo es "un buen periodista".
No obstante, el circo no me gusta, me deprime, me parece de los habitos antiguos y demodé que tuvo su belle epoque y que ya cesó.
No esta mal darle paso a las nuevas corrientes, a la tecnología, a la diversidad que ofrece esta era de entretenimiento cómodo y barato.
Dicho esto y cerrando este extensisimo comentario, no siempre "toda época pasada fue mejor", porque la diversión inocente terminó cuando nosotros dejamos de serlo.

Beso en la punta de la nariz, querido.
Buena Vibra!!!!!

Anónimo dijo...

Hola Dany me encanto tu blog, la nota sobre el circo me arranco unas lagrimas es verdad antes era asi y ahora no queda nada de eso. Te mando un beso grande y unas FELICITACIONES gigantes. Te quiero mucho PAOLA

Anónimo dijo...

El circo formó parte de un entretenimiento que varias generaciones disfrutaron. En mi caso, nunca fui a un circo.

Y la nota refleja, desde la voz de uno de sus protagonistas, ese mundo circense, ese espectáculo que -como todo- tuvo sus cambios.

Muy buena la nota Daniel, un abrazo!