19 febrero 2008

Entre lo clásico y lo popular

Como es sabido, la ciudad de Buenos Aires en cuestión musical no escasea en cuanto a su oferta. Hay para todos los gustos, tanto por la riqueza nacional de sus artistas como las figuras internacionales que la visitan año tras año.

Durante el 2007 me tocó asistir a varios recitales masivos de rock- entre ellos el del legendario grupo The Police- pero como no sólo de lo popular vive el arte, incursioné en un género muy lejano a ello: la música clásica.
Lo significativo fue sin dudas el escenario y su auditorio, ya que no fue un sala distinguida ni un anfiteatro. La Banda Sinfonica de Buenos Aires ofreció su repertorio en la renovada estación Constitución, y fue todo un éxito. A continuación, la crónica del particular concierto.
Compuesta por 60 músicos y dirigida por el maestro Lito Valle, la Banda inició el programa con un fragmento de la ópera “Orfeo en los Infiernos, de J. Offenbach, ante un público heterogéneo, entre pasajeros de tren, policías, vendedores y buscavidas, que no enterados del concierto observaban aún tímidamente, mezcla de curiosidad y extrañeza.
En una primera búsqueda hacia la identificación con el “auditorio”, la segunda pieza giró a la música popular: “Milonga”, de A. Ginastera. Así, el clima comenzó a tomar calor y color y con “Goliwogg1`s Cake Walk”, de C. Debussy, los aplausos de un público en aumento se hicieron sentir.
La pegadiza zarzuela “La Revoltosa, de R. Chapí, hizo que muchos siguieran con su dedo el compás de la melodía, y el paso hacia la versión clásica del famoso tango de Cobián y Cadícamo, “Los Mareados”, terminó por conquistar, y no faltó quien acompañara con el tarareo de su letra: “Rara…como encendida, te hallé bebiendo, linda y fatal…”.
La ida y vuelta de lo clásico a lo popular siguió con una selección de la banda sonora del film, “Amor sin barreras, de L. Bernstein y ya en el final, la Banda se lució con el danzarín “Truenos y Relámpagos”, de J. Strauss hijo. El aplauso final con vitoreos incluidos de un público agradecido, ameritó un bis que Lito Valle supo complacer con otro clásico de J. Strauss padre: “Marcha Radetzky”.
Con casi cien años de vida, la Banda Sinfónica de la Ciudad demostró que su iniciativa de llevar de manera libre y gratuita la música clásica y popular a cualquier rincón de Buenos Aires, sigue siendo un aporte fundamental a la integración social y cultural de la sociedad.